Que decir de ese gran país que no se haya dicho antes.
No hay palabras para describirloNo se Ingles, Over HeelsBueno, dejemonos de citas, y al tajo. Os preguntareis que tiene que ver, ese estupendo, tranquilo e inocente país con un viaje de Barcelona a Guatemala. Enseguida os lo explico.
Esta historia empieza el 18 de septiembre de 2008, cuando nos disponíamos a viajar a Guatemala. Nos levantamos temprano, para coger el avión de Barcelona a Madrid. Previsores ante posibles importunios. El vuelo fue muy corto, y todo sucedió con tranquilidad. Sin problemas. Llegamos a la terminal 3 de Barajas, y tuvimos que coger un autobús y un tren sin conductor para llegar hasta la terminal 4. Surrealismo total. Al llegar a la terminal 4, nos dimos cuenta que teníamos una hora y pico antes de coger el siguiente avión hasta Miami, para coger el último avión hasta Guatemala City. Es lo que tienen los vuelos baratos. Que son inversamente proporcionales al número de escalas. Hicimos tiempo. Empecé a leer la Vanguardia que me habían dado en el anterior vuelo, y Eleni leyó un libro en griego que se llama La Isla. Cuando, avisaron por megafonía que íbamos a entrar en el avión, nos esperamos a levantarnos porque siempre se hacen unas colas inútiles e insufribles, hasta que entras en el avión, para, después de comerte toda la cola, sentarte en un asiento que ya tenías asignado antes de hacer la cola... Bueno, volviendo al tema... Nos levantamos, y fuimos a la cola. La gente iba entrando, y cuando nos tocó a nosotros, el operario que esta en la puerta, en un acto de protocolo -pensaba yo-, nos pidió los billetes, y los pasaportes. Revisó el mio, y después el de Eleni. Entonces nos hizo la pregunta clave. El visado, por favor? Yo, me quedé atónito durante unas décimas de segundo, y le respondí con gran astucia. Que? El operario, con gran tranquilidad, como si de la rutina de cada día se tratase, nos respondió, Los ciudadanos griegos, que hagan escala en EEUU necesitan visado para viajar, si no, no pueden viajar. Entonces empezó la pesadilla.
En ese instante me pasó por la cabeza todo el tiempo y esfuerzo que habíamos dedicado al proyecto, como se iba al garete por un simple visado. Después pensé que se podría arreglar comprando otro billete. Algo haríamos.
Mientras tanto, el operario llamó a un delegado de la embajada americana en barajas que le pidió el pasaporte a Eleni, y nos dijo que deberíamos esperar un mes para conseguir el visado. Las cosas se ponían mal. Nadie nos decía ninguna otra solución y la gente iba entrando en el avión. Cada vez la cola se hacía más corta. Otra operaria nos comentó que quizás podrían poner a Eleni en otro avión que no pasase por EEUU, pero que tenía que decidirlo la supervisora que no estaba allí, sino que estaba en una oficina a unos 50 metros. Corrí hasta la oficina, y me dijeron que la supervisora no estaba. El corazón a mil. Les comento todo lo que pasa, y me dicen que hay una posibilidad que se vaya a través de Méjico, pero habría que comprobar si los griegos necesitan visado para Méjico. Corro a buscar a Eleni. Esta con el delegado de la embajada. Le digo que hay una posibilidad que viaje a través de Mejico. Le pido el billete y el pasaporte de Eleni al delegado. Él, con toda la tranquilidad del mundo me dice que esta apuntando los datos. Le respondo que no hace falta porque Eleni va a coger otro avión que no pasa por EEUU. No me da ni el pasaporte ni el billete hasta que ha acabado de apuntar sus cosas (después hemos averiguado que quería los datos de Eleni para multarla. Se ve que si intentas entrar en EEUU sin visado, por haberlo intentado te multan. Eso le dijeron a Eleni unos guatemaltecos que se encontró en su vuelo). Al final, con unos pocos segundos de tiempo, decidimos que nos separábamos. Yo, iba a través de Miami, y ella a través de Méjico. Pregunté como sabría cuando iba a llegar ella, y me dieron una hoja donde ponía MX389 22:05.
Entré en el avión y pensé que estaría cerca de 18 horas sin saber nada de Eleni si todo iba bien.
Ese vuelo fue terrible. Estuve 9 horas sentado, nervioso, solo pensando -y rezando- que todo saliera bien. 9 horas. Esas 9 horas conocí a una panameña que me previno sobre los controles que deberíamos pasar al llegar a Miami. A parte, las azafatas del vuelo nos entregaron unas hojas donde, en definitiva, firmas que pueden hacer lo que quieran contigo.
Al llegar, te pones en unas colas, donde te toman las huellas dactilares de los dos índices de las dos manos. Una foto. Esperas en la facturación de tu vuelo, te tienes que quitar los zapatos para que comprueben que no traes agentes contaminantes. Y al final llegas a la puerta donde tienes que embarcar. En Miami sentí miedo. No miedo de ataques terroristas, sino miedo que te miren mal, te encierren en un calabozo, te pregunten si quieres matar a alguien, y te devuelvan a casita.
Compré una tarjeta de teléfono -soy muy hippie y desde hace unos meses no tengo móvil- y llamé a mis padres. No podía llamar a Eleni porque no tenía saldo, y en el extranjero el receptor de la llamada también paga la llamada. Les puse al corriente y me dijeron que la llamarían. Yo, les llamaría a ellos justo antes de entrar en el vuelo de Miami a Guatemala. Se me volvió a acelerar el corazón a mil. Estuve una hora donde no pude ni sentarme. Les llamé otra vez. Le habían puesto 100 euros!!! de saldo -ellos estaban también nerviosos- y me dijeron que el teléfono estaba apagado. Entré en el avión, y despegamos.
Cuando llegué a Guatemala recogí las maletas de los dos. Cuando entré en el avión en Madrid, no daba tiempo de sacar las maletas de Eleni y ponerlas en el avión de Méjico, y me las quedé yo. Salí afuera, donde había un hombre con un cartel que ponía ELENI FOTOPOULOU. Le expliqué que yo era el acompañante de Eleni, y toda la situación. Me miraba un poco desconfiado. Ángel, se llamaba el hombre. Mi salvador. No sabíamos que hacer. Preguntamos en el aeropuerto si podíamos saber si Eleni estaba en el vuelo que venía de Mejico. Después de dar mil vueltas por las dos plantas que tiene el aeropuerto, nos dijeron que no nos podían dar esa información aunque fuéramos su madre (la de Eleni). Lo único que podíamos hacer era esperar cuatro horas, y fiarnos de un papel que me habían dado en Madrid más de 18 horas antes con esta información: MX389 22:05. Ángel, me vio nervioso y tenso, y me dijo que fuéramos a comer algo. Lo intenté, pero solo pude comer un trozo de pizza. Volvimos al aeropuerto y esperamos. Esperamos y esperamos. No tenía la certeza que Eleni iba a venir en ese vuelo y estaba muy nervioso.
Al final, Eleni estaba en el vuelo. Nos subimos al carro de Ángel, y no fuimos al hotel. A dormir con los angelitos.
Si alguien ha llegado a leerse esta terrible rallada, felicidades. Lo siento por vosotros pero el psicoanalista me ha dicho que tengo que expresar mis ideas, mis deseos y mis sentimientos.
PD: En un bus hacia Rio Dulce, conocimos a una pareja de Arizona. Llevaban 3 meses en Guatemala City. El hombre, tenía cancer y como no podía pagarse el tratamiento en EEUU, viene a Guatemala a que lo trate un médico guatemalteco. Que bonito país es EEUU.